Cada casa, cada
ciudad, cada país huele diferente, tienen su propio olor. Todos, en un sentido
u otro, lo hemos experimentado. Incluso hay mitos sobre el olor urbano, como el
de azahar en Sevilla, el de café en Roma, el del cilantro y gasolina en México
D.F., el de río de lodo en Berlín o el de hot dog en New York. “
Hasta el
espacio extraterrestre tiene su propio olor. Recientemente, la NASA ha recreado el olor
del espacio en un laboratorio. La investigación, que va más allá de un capricho
científico, debe servir para que los astronautas se adapten mejor al espacio
exterior, cuando estén en misión.
Para lograr la
sensorialidad del libro Neuromarketing el autor se propuso incluir el aroma
cósmico, que se puede experimentar frotando suavemente una ilustración cedida
por la NASA. La
experiencia totalmente singular, constituye una primicia mundial y sorprende a
todos los que lo han experimentado.
Los cosmonautas
aseguran que el espacio huele como un filete a la plancha, metal caliente e
incluso como material de soldadura. Como el olor tiene un gran poder evocador y
una fuerte asociación con la memoria, si se consigue reproducir esta fragancia
extraterrestre en el laboratorio, la aclimatación de los astronautas a un medio
extraño como es el espacio ingrávido será más rápida y fácil.
Para efectuar
el trabajo se ha confiado en el olfato de los astronautas que han hecho el
viaje. Los testimonios recogidos hasta ahora sugieren que habría que mezclar el
característico (y apetitoso) olor de un filete a la plancha con el que despide
el metal caliente y la soldadura.
Detrás de esta aparentemente poco útil tarea, se esconde un objetivo estratégico de la NASA. En efecto, se buscar recrear del modo más fidedigno posible las condiciones con las que se encontrarán los cosmonautas cuando realicen sus paseos espaciales.
Detrás de esta aparentemente poco útil tarea, se esconde un objetivo estratégico de la NASA. En efecto, se buscar recrear del modo más fidedigno posible las condiciones con las que se encontrarán los cosmonautas cuando realicen sus paseos espaciales.
Hay pocas
pistas en las que basar la recreación del olor ya que solo se dispone de las
entrevistas con los hombres y mujeres que han estado en el espacio exterior,
que luego de regresar de la Estación Espacial Internacional (EEI) han contado
que, al quitarse el traje y las escafandras, han percibido olores muy
especiales.
La respuesta
que dan los astronautas, en el informe Oficial Científico de la Estación Espacial
Internacional, en el que describe el olor emitido por el espacio ultraterrestre
como una sensación metálica dulce y bastante placentera. Algo así como lo que
se siente en un taller de soldadura.
El Olor
del Espacio (Informe de la NASA
del astronauta Don Pettit)
“Pocas
personas han experimentado viajar al espacio. Menos todavía han comprobado cómo
huele el cosmos. Puede parecer extraño que el vacío tenga olor, y que el ser
humano sea capaz de olerlo. Parecería improbable, al igual que poder escuchar
sonidos en el espacio, que el cosmos tuviera un olor concreto. Al vivir en la
atmósfera, solo somos capaces de oler el espacio indirectamente; de la misma
forma que una serpiente huele el aire mediante su lengua. Esto lo hace
presionando el aire contra la parte superior de su boca, donde sensores
procesan las moléculas que han sido absorbidas por el apéndice vibratorio de la
lengua. He tenido la oportunidad de operar la cámara de presurización de dos de
mis compañeros astronautas, antes de realizar diversos paseos espaciales. Cada
vez que mis compañeros regresaban de su misión y reentraban en la nave, un olor
particular les acompañaba y llamaba mi atención. Inicialmente, no podía
definirlo. En alguna ocasión llegué a pensar que provenía de los mismos
conductos de los compartimentos que presurizaban la nave. Después, pude
comprobar que el olor estaba impregnado en los trajes, cascos, guantes y
herramientas de los astronautas. Era más intenso en los trajes que en las
superficies metálicas o plásticas. Es difícil describir este olor;
definitivamente no es el equivalente olfativo a un nuevo plato con sabor a pollo.
La mejor descripción que he encontrado es que es algo metálico; un olor
agradable y placentero a metal dulce. Me transportaba a mi época de veranos
universitarios, cuando trabajaba durante muchas horas con un arco de soldadura
reparando grandes equipos. Me recordaba al placentero olor a humo De metales
fundidos. Así huele el espacio”.
Fuente: http://theneuromarketer.com
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